Chiloé: Los pescadores al rojo

Esta simple reflexión solo busca hacer visible lo que me ha tocado vivir y lo que he escuchado de boca de personas sencillas, el chileno que no tiene acceso al poder político, a la toma decisiones.

En una movilización sin precedentes en la región y particularmente en Chiloé, los pescadores de la provincia y de la región han abierto las puertas de lo que hay en el corazón de los habitantes en esta región del país. Rabia es la palabra que mejor sintetiza los sentimientos de la región; esto debido al desinterés casi insultante del Gobierno y de la clase política y de los que tienen más. La  postergación en que está sumida la región es evidente: educación, salud infraestructura, conectividad y comunicaciones entre otras.

La respuesta del gobierno frente a la crisis de los pescadores deja a la vista la postergación de la que hablo. Desde que empezó el conflicto la actitud predominante de la autoridad ha sido: “no me interesas”. Las declaraciones del ministro del interior, desafortunadas por decirlo de manera académica y que en “chileno” podría herir algunas sensibilidades, junto con las acciones y declaraciones del intendente y de la comitiva enviada a la zona para resolver el conflicto no hacen más que dejar en claro el desinterés por los habitantes de esta región. El viaje de la presidenta a Europa, en medio del conflicto sigue la misma línea e incrementa la molestia de los afectados por el desastre de la Marea Roja.

Los argumentos que se han entregado para no acceder a las demandas de los pescadores han sido más que débiles. Es evidente para todo el país que los dineros de todos los chilenos se han ocupado en cosas menos importantes que salir en ayuda de los afectados por la catástrofe que afecta a la región. Los gastos de la clase política resultan escandalosos frente a lo que solicitan los pescadores. No soy experto en las labores de mar pero un cálculo de una persona de la calle arroja lo débil del argumento de los ministros: Se habla de siete mil afectados de manera directa (pescadores, buzos y recolectores de orilla). Los pescadores pedían 300.000 pesos iniciales y cinco mensualidades de 250.000. En total aproximadamente 16 millones de dólares es lo que le costaba al gobierno aceptar la petición de los pescadores. Solo hago el cálculo para tener una idea y compararla con las muchas ocasiones en que el gobierno ha gastado muchísimo más en cosas menos importantes que resolver en parte esta catástrofe. La pregunta que se hace mucha gente es lo que costará el aumento de parlamentarios, el proceso constituyente, la reparación del puente caucau, las pérdidas de recaudación de impuestos por efecto del paro de pescadores y otras muchas más. Cuantos millones de dólares ha gastado el estado en otras tragedias que han afectado al país en épocas recientes, es lo que se pregunta la gente.

Por otra parte y como declaran los pescadores, esto no es solo asunto de dinero. La actitud negligente de las autoridades regionales y nacionales para darle, a las personas de esta región un estándar de vida digna es realmente vergonzosa.

En un país mayoritariamente cristiano, en donde la ley de la caridad debiera ser la norma máxima de nuestro actuar, vemos que las decisiones tomadas por la autoridad carecen de la más elemental muestra de humanidad. El individualismo y el egoísmo es la norma instituida en la resolución de los problemas. La naturaleza nos ha sido dada como expresión del amor de Dios y la respuesta nuestra es usar esa naturaleza para expresarnos mutuamente el amor y no para disfrutar escandalosamente en desmedro de los que no tienen. El Padre Hurtado, un hombre de nuestra patria, nos dice que hay que dar hasta que duela. La gran mayoría de los chilenos apoya las peticiones de los pescadores como lo demuestra las innumerables muestras de solidaridad con la causa de los hombres de mar. Es evidente entonces que esa mayoría está dispuesta a ir en ayuda de los pescadores y por conclusión lógica está dando el mandato al  gobierno a acceder a las demandas.

Lo dicho anteriormente deja entrever que la negativa del gobierno obedece a incapacidad para resolver problemas, suma insensibilidad, prepotencia en el ejercicio de la autoridad cuando amenaza con usar la fuerza para resolver el conflicto.

Lo lamentable del asunto es que a medida que pasa el tiempo sin que el conflicto se resuelva, las posiciones se van haciendo más irreconciliables, es más difícil llegar a soluciones pacíficas, los ánimos se van caldeando y eso a nadie ayuda.

Es cierto que el problema no se resuelve en un día pues lo que ha ocurrido es la culminación de una serie de políticas implementadas con deficiencias que no han sido corregidas a tiempo, de la casi inexistente investigación científica sobre cómo funciona la vida marina y el ecosistema. Creo que el conocimiento de este ecosistema marino es de vital importancia para saber cómo aprovecharlo sin destruirlo.

Me quedo con una mirada optimista de este desastre y conflicto. Lo estamos pasando mal pero Dios siempre permite estas cosas porque de ellas salen enseñanzas que nos hacen crecer como personas y como sociedad. Esto que nos ha pasado no puede concluir con el fin del conflicto; debe ser el inicio de un actuar más responsable, más humano y más caritativo. El Papa Francisco nos llama a mirar con más amor nuestra “Casa Común”.

P. Milton Díaz, Vicario Parroquia de Chacao

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