Hemos culminado la primera etapa de preparación al Congreso Eucarístico con la celebración de la Solemnidad de Pentecostés, haciendo memoria de la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, que los convierte en testigos de la resurrección del Señor y les da la fuerza para salir a anunciar la “Buena Noticia” a todas las naciones de la tierra, dando origen a la futura Iglesia.
Paradojalmente, los días previos a Pentecostés coincidieron con el encuentro del Papa Francisco con los obispos chilenos, para reflexionar acerca de las situaciones de abusos sexuales y de abusos de poder y conciencia ocurridos en nuestra Iglesia y para discernir las “medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo, restablecer la justicia” y “la confianza en la Iglesia, rota por nuestros errores y pecados, y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena” (FRANCISCO, Carta a los obispos de Chile tras el informe de S.E. Monseñor Charles J. Scicluna, 8 de abril de 2018).
En esta 2° etapa se invita a reflexionar sobre la Eucaristía misterio de amor, vida y comunidad, la cual empezó con la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo. En primer lugar se motiva a promover la escucha y el diálogo en nuestras comunidades, para luego abrazar la cruz del Señor de donde brota la esperanza y la vida nueva. Pedir perdón, ser misericordiosos, reparar el daño causado a las víctimas y volver a centrar la vida personal y eclesial en Cristo. Solo cuando volvemos el corazón y la mirada al Señor, podemos experimentar el abrazo amoroso del Padre que perdona, sana y libera, y la Palabra viva de Jesús que calma el corazón (Cf. Mt 11, 28-30), abriéndonos a la esperanza y confirmándonos en la fe: ¡No teman, soy yo! (Cf. Jn 6, 20).
Para muchos resulta contradictorio que esta crisis se desate mientras nos preparamos para celebrar el Congreso Eucarístico Nacional y Diocesano. Sin embargo, esta situación puede ser una invitación a escuchar atentamente la voz del Señor para discernir los signos de su presencia. ¿No será acaso que Él, tomando la iniciativa, se nos adelantó para regalarnos este tiempo de gracia, para vivir el dolor y la vergüenza y para enmendar el camino recorrido cimentados en el corazón de Cristo, Camino, Verdad y Vida (Cf. Jn 14, 6)? En este tiempo difícil, doloroso y crucial para la Iglesia en Chile mantengamos la esperanza viva en Cristo y dejémonos conducir por el Espíritu derramado en Pentecostés (Cf. Hch 2, 1-13), el Consolador (Cf. Jn, 16.26; 15, 26; 16,7) que nos guía hacia la verdad completa (Cf. Jn 16, 13) y nos mantiene unidos a Cristo que nos ofrece su paz (Cf. Jn 20, 16) y hace nuevas todas las cosas (Cf. Ap 21, 5).
En este contexto también se nos invita a difundir entre todos los bautizados la carta que nos ha enviado el Papa Francisco a todo el pueblo de Dios que peregrina en Chile. Haciendo pequeños grupos en las comunidades para conocer y profundizar sobre las palabras del Papa.