P. Andrés de Beer celebró sus 60 años de sacerdocio

Te consagré como profeta de las gentes”. Con gran gratitud y alegría se celebró el 60° aniversario sacerdotal del P. Andrés de Beer en la ciudad de Ancud con una festiva Eucarística y luego una cena fraterna.

El pasado 17 de diciembre en la Parroquia El Sagrario de Ancud se reunieron un centenar de personas entre sacerdotes, fieles, amigos y familiares del P. Andrés para conmemorar sus 60 años de sacerdocio de los cuales 51 son de servicio en la Isla de Chiloé.

P. Andrés nació en Bélgica el año 1929, nació en un hogar muy católico donde desde pequeño la misa dominical era parte de la rutina familiar. Cuando joven a través de las actividades de pastoral en el colegio, comienza a sentir la llamada de su Señor. Más tarde para poder trabajar y ayudar su familia, Andrés, recibe la ayuda de los sacerdotes en la parroquia que le acoge dándole hospedaje. Durante los fines de semana acompaña a los sacerdotes a cumplir su labor en las capillas, reconociendo las necesidades de las personas y de la loable misión realizada por los sacerdotes. Al finalizar su trabajo en la fábrica, recibe el sobre con su paga, su espíritu, su conciencia, no le permiten quedarse con él y se lo entrega a los sacerdotes para su encomiable labor.  Y así, otras experiencias como la fábrica de cañerías, la estadía en casa de su tío sacerdote, van forjando su espíritu, sus intereses, su vocación.

Terminada la educación secundaria, decide entrar al seminario, al informar a su papá de su intención, este le responde “si quieres ser un buen sacerdote tienes todo mi apoyo”.  Es así como llega al seminario mayor de Liege y el 17 de diciembre de 1955 es ordenado sacerdote.

Escuchando los comentarios de los sacerdotes misioneros en América latina, decidió ir a hablar con su Obispo, Monseñor Kerkhof para comunicarle su interés de viajar a América Latina, quien le respondió que aún era muy joven y luego de esperar algunos años,  en el año 1964 emprende el viaje junto al recordado P. José Mairlot, se embarcan en el Puerto de Amberes en el barco Lumiere para recalar después de 28 días en Buenos Aires. Vuelan hacia Santiago donde deben esperar por 15 días sus pertenencias. Monseñor Durán los esperaba en Santiago donde les adquiere un Jeep para su viaje a Chiloé.

Son acogidos en un departamento del edificio del obispado, Andrés a cargo de la Catequesis y José de los institutos de educación rural. Andrés comienza a prestar algunos servicios a los feligreses de Chacao, toda vez que su párroco residía en la parroquia de Quemchi. Tanto va el cántaro al agua… que es nombrado finalmente párroco de Chacao. En su estadía, encabeza la construcción de una nueva casa parroquial en Chacao, cuando está terminada y comienza a poner los primeros muebles, monseñor Sergio Contreras lo destina como párroco de Ancud.

En la parroquia El Sagrario son acogidas por él las diversas realidades eclesiales, grupos, movimientos, comunidades, nacen o se revitalizan, como JUPACH, Palestra, Legión de María, Cursillo, Catecumenado por nombrar algunos. También una veintena de capillas son construidas o reconstruidas: Catrumán, Aucaco, Coipomó, Choroihue, Cogomó, Chaquihual, Lajas Blancas, Huelden, Pugueñún y varias otras comunidades conocen de la tenacidad y presencia del padre constructor. Coincidentemente al término de la construcción de la nueva casa parroquial del Sagrario de Ancud  y sus fructíferos 15 años como párroco, monseñor Juan Luis Ysern lo destina como vicario a la parroquia el Sagrario Corazón de Castro. Luego de tres años es enviado como párroco a Chonchi, donde además de sus habituales labores se dedica a ordenar física y legalmente los perímetros de capillas y cementerios. El año 2001 regresa a la parroquia de Chacao como vicario de su compañero de viaje el Padre José Mairlot, quien rápidamente le deja la parroquia por otros 11 años.

En la Navidad del 2013, el cariño y preocupación de su pastor Padre Obispo Juan María Agurto y de sus fieles hermanos, lo traen de regreso a Ancud, donde se encuentra rodeado del afecto y cuidado de quienes han recibido su generosa y destacada labor misionera, durante 51 años en la diócesis de San Carlos de Ancud.

Bendito y alabado sea nuestro Padre Dios, que nos ha prodigado tan entrañable  pastor, padre y hermano en Cristo Jesús, a Él el honor y la gloria por siempre. Amén.  

 

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