Irak, a un año de la huida de miles de cristianos: “6 de agosto: una jornada de duelo, pero también el día en que Dios nos salvó”

El 6 de agosto de 2014 cambió la vida de la Iglesia en Irak para siempre: más de 120.000 cristianos huyeron ante el avance de los yihadistas del grupo terrorista «Estado Islámico» (o ISIS). Desde entonces viven como refugiados, dentro o fuera de Irak.

 A un año de la tragedia, la Fundación Pontificia «Ayuda a la Iglesia que Sufre» los invita a rezar por quienes hoy están sufriendo por su fe. Estuvimos con ellos durante una visita a Irak, y nos emocionamos con el testimonio de amor y perdón de los cristianos desplazados. A continuación, les dejamos algunos de sus relatos sobre el fatídico día en que tuvieron que huir:

«Fue horrible. Huimos al atardecer del 6 de agosto. Todavía puedo ver el horror en los rostros de las personas. Tenían miedo de perder la vida; pensaban que ISIS los mataría. Yo también: no sabía si vería el día siguiente». Rami, un cristiano de 22 años, vive hoy, un año más tarde, en el centro Mar Elia, un campo de refugiados de Erbil, la capital de los territorios autónomos kurdos al norte de Irak. La mayoría de los cristianos huyeron hacia ahí. «Soy de Mosul. Abandonamos la ciudad en enero de 2014, porque no había seguridad. Los yihadistas secuestraban cristianos. Temíamos por nuestras vidas», nos contó este joven. Por ello se dirigió, con sus padres y su hermana, a Qaraqosh, la mayor ciudad cristiana de Irak, donde alquilaron una casa. Pero en agosto de 2014 volvieron a convertirse en refugiados.

 Rami recuerda ese trágico 6 de agosto: “Cuando vimos que se replegaban los soldados kurdos que hasta entonces nos habían defendido, estaba claro que también nosotros teníamos que huir: ya no había nadie entre nosotros e ISIS”. Se produjeron escenas dramáticas: “Entre la gente cundió el pánico. Muchos se echaron sencillamente a correr, para ponerse en seguridad”. Rami, con su familia, huyó en el auto de un primo. “Con la prisa olvidé incluso mi documento de identidad. Hacia la una de la noche llegamos a Erbil, donde reinaba el caos”. La ciudad estaba completamente llena, con miles de refugiados. “Tuvimos que dormir en el jardín de la iglesia de Mar Elia. Al aire libre. Después nos alojaron en un parque, y unas semanas después volvimos al centro Mar Elia. Pronto pudimos instalarnos en una sencilla carpa”.

 Hoy en día, como muchos otros cientos de personas, Rami vive en un container, adquirido con el apoyo de «Ayuda a la Iglesia que Sufre». Un año después, Rami ya no tiene esperanza de volver pronto a su tierra. «No confío ni en el Gobierno ni en el ejército de mi país. Dejaron sencillamente Mosul, y otros lugares, en manos de ISIS». Por ello no cree que su ciudad se reconquiste pronto. Pero, para Rami, el problema es más profundo. «Los cristianos no tenemos aquí ni derechos ni seguridad. Además, los chiítas y los sunitas están en guerra entre ellos. Por esto, quiero irme de aquí, mejor hoy que mañana. En Irak no veo ningún futuro para mí. Mi impresión es que la mayoría de los cristianos quiere irse». A Rami le gustaría ir a Occidente; pero para ello tiene que registrarse como refugiado, ante las Naciones Unidas, en uno de los países vecinos. Pero Rami y su familia no tienen medios para ello. «En el Líbano, en Turquía o Jordania no podemos trabajar. Frecuentemente se tarda uno, dos o tres años hasta poder emigrar, y durante ese tiempo hay que vivir de los ahorros. Pero nosotros no tenemos nada».

 Sana ayudó a refugiados cristianos como Rami desde el primer momento. Como muchos otros jóvenes de Erbil, Sana ayudó inmediatamente a ocuparse de los recién llegados. «Era horrible ver a esas personas; no llevaban, literalmente, nada consigo, pues huyeron presas del pánico: pensaban que ISIS les alcanzaría. Algunos viajaron desde Qaraqosh a Erbil durante doce horas y más, pues los caminos estaban sobresaturados. Normalmente, estas ciudades no están lejos la una de la otra». Según Sana, siguen siendo un consuelo, un año después, las palabras del Obispo de Erbil. «En una homilía respondió a las preguntas de la gente sobre dónde estaba Jesús esos días de agosto: Jesús huyó con ustedes. Iba a su lado; solo por eso ustedes siguen vivos».

 También el padre Douglas Bazi, estaba impresionado por la amplitud de la crisis. Este sacerdote dirige el centro Mar Elia de Erbil. Recuerda vivamente el 6 de agosto. «Estaba en Estados Unidos. Cuando oí las noticias, regresé inmediatamente; pero como el aeropuerto de Erbil estaba cerrado, me encontré atrapado en Ankara. Hasta el 7 de agosto no llegué a Erbil». El sacerdote vio entonces las penalidades de la gente. «Decenas de miles de personas, que llegaron sin nada: fue algo que me sobrecogió. La gente estaba completamente perdida. En sus rostros había ira, desconcierto, sensación de estar perdidos. Parecían como cuerpos con almas muertas. Muchos ni siquiera querían comer. Decían: ¿para qué?; ¿para vivir?, ¿y para qué vivir? Cuando lo vi, pensé: esto es el final. Intenté mostrar fortaleza; pero interiormente estaba destruido. ¿Qué podemos hacer ahora? Sabía que solo en Qaraqosh vivían 60.000 cristianos. ¿Cómo podemos ayudar a tantas personas?». Pronto, el padre Douglas comenzó a concentrarse en la organización de las primeras ayudas.

 Ahora, la vida en el centro Mar Elia está bien organizada. Ya nadie duerme en el suelo. Los containers ofrecen a 110 familias un lugar digno para vivir. Muchas familias han encontrado incluso viviendas y se han trasladado a ellas. «Intento ocupar a la gente, sobre todo a los jóvenes. Ofrecemos cursos de idiomas; los niños aprenden también un instrumento musical o a manejar el computador. Pero me preguntan: ¿qué pasará ahora? Esto me da miedo; quizá no lo sepa pronto. ¿Y entonces?», se pregunta. «La gente pierde, cada día más, la esperanza de volver. Pero me sorprende lo tranquilos que, sin embargo, están».

El padre Douglas celebrará el 6 de agosto con una Misa. «El 6 de agosto es una jornada de duelo, pero también es el día en que Dios nos salvó, pues en definitiva estamos vivos. Celebraremos la Misa. No podemos olvidar lo que ha sucedido; pero pediremos a Dios que perdone a los culpables y que cambie su modo de pensar». A los benefactores de «Ayuda a la Iglesia que Sufre» les pide encarecidamente que se unan a su oración. «Sentimos el poder de su oración; solo por ello podemos continuar. Como miembros del mismo Cuerpo de Cristo, es nuestra obligación ayudarnos unos a otros. La Iglesia en Mesopotamia se ve expuesta al mal. Por favor, recen para que mi pueblo, ante el demonio, se mantenga fuerte».

 «Ayuda a la Iglesia que Sufre» ayuda a los refugiados cristianos de Irak de muy diversos modos. Inmediatamente después del 6 de agosto viajó a Irak una delegación para hacerse una idea de la situación. Desde entonces ha puesto a disposición 7 millones de euros para alojar y atender a la población, así como para instalar 8 escuelas para miles de niños refugiados. Frente al primer aniversario del éxodo masivo de cristianos, AIS hace un llamado a la oración. En www.aischile.cl encontrarás una oración especial por los cristianos perseguidos en Irak, además de información sobre la situación que están viviendo.

Magdalena Lira V.

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